domingo, 30 de septiembre de 2007

Hacer por Hacer

En esta nuestra vida siempre nos estamos enfrentando al hacer por hacer, ya que nunca cumplimos lo que prometemos, pues yo tube una noche de promesas en las que no todo lo cumplí o cumplimos los implicados, pues nunca nos damos cuenta que con el paso de nuestros años las cosas se van rompiendo: promesas, recuerdos, juramentos y acciones. O quien me puede decir lo q hizo el año pasado en este momento...
Y es por esto que ya no se que hacer, si hacerlo bien o hacer por hacer, pues en todo momento lo hacemos por ejemplo: me llamas, te invito a comer, te extraño, hay que vernos, tal ves nunca pase y si pasa, pero una de las dos personas no quiere y lo hace que esta haciendo esta bien o mal. Este es el instante donde te pones entre la espada y la pared.
Pero que pasa cuando, la gente cree que tu vida va mal mientras crees que tu esta bien, y lo haceses bien y tu frase es nunca hacer por hacer y te comprometes con la vida, con las personas, con tu entorno pero esta mal seria bueno deshacer.
Es complicado todo esto pues a veces ya no se sabe si hacer lo mal o hacerlo bien. Ya no apostare lo que no cumpliré, pues a veces mi vida podría ser perra para un loco y lo haré bien. Jamás hacer por hacer.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Hoja en blanco... Creación artistica

Siempre le he temido a la hoja en blanco al igual que muchos otros, llámense estos Borges o Rulfo. Realmente no tengo una forma de escribir, sigo siendo muy indisciplinado y esa característica es un lastre para cualquier persona que desea desarrollar cualquier tipo de arte por eso también reciben el nombre de "disciplinas".

Y que es la hoja en blanco tal ves ahora ya sea la pagina o el monitor en blanco, esto es un maldito fantasma porque cuando estamos frente a ella la vida esta pasando y las ideas están pasando dentro de un universo de pensamientos, imagenes, ideas, locuras y experiencias que nos pasan como una película, lo malo de esto es que para el arte es dificil llevarlas al terreno de un hoja en blanco, pues mientras estoy escribiendo todo esto, se vuelca en mi mente y no puedo parar de escribir no se si tiene cuerencia o no. Lo único que sé es que no puedo parar...

Pero suigamos que es la hoja en blanco, es tal ves un trozo de papel o una pantalla, en la cual podemos borrar, poner o quitar letras, numeros, signos, codigos, pinturas, rayones o simplemente no poner nada... Lo malo de esto es que todos los que escribimos nos frustramos, nos enloquese, nos apasiona llenar las hojas en blanco.

Y asi atraves de esta poder dar vida a nuestros pensamientos, que tal ves alcancen inmortabilidad gracias a las hojas o talves nucnca nadie las lea pero, quien escribe y no quiere ser leido. Es en esta parte donde los creadores de pensamiento coqueteamos con la hoja y una pluma o quizas la pantalla y el teclado. No quiero ser repetitivo solo quiero decir que me impone pero no dejo de llenar las hojas en blanco...

jueves, 20 de septiembre de 2007

¿Dondé estaba Dios el 11 de septiembre del 2001?

Copiado de aquí
Muchos de nosotros han escuchado esta pregunta en los últimos días:"¿Dónde estaba Dios, cuando las Torres Gemelas en Nueva York, y el Pentágono, fueron atacados?". Bueno, quiero decirles que yo sé dónde estaba Dios la mañana del 11 de septiembre del 2001. Él, nuestro Dios, estaba muy ocupado. ..
Dios estaba distrayendo a las personas que pensaban tomar esos vuelos de las aerolíneas American y United. Los cuatro aviones juntos tenían capacidad para 1000 pasajeros, y esa mañana sólo viajaban 266....
Dios estaba a bordo de los cuatro aviones, volando a un trágico destino. Él estaba dando calma a los aterrorizados pasajeros en cada avión. Ninguna de las familias que recibieron las últimas llamadas de sus seres queridos, desde los aviones, a través de sus teléfonos celulares, ha dicho que escucharon gritos de los pasajeros dentro del avión.
Dios estaba con cada uno de ellos, dándoles consuelo. Es más, Dios estaba dándole fuerza y valor a tres pasajeros del avión que cayó en Pennsylvania, para que lucharan contra los secuestradores y así se pudo evitar una tragedia mayor...
Dios estaba muy ocupado, creando obstáculos para miles de empleados de las Torres Gemelas. Después de todo, sólo 20,000 personas estaban en las torres cuando el primer avión se estrelló. En los dos edificios juntos trabajaban cerca de 50,000 personas.
Mucha gente que trabajaba en las torres declaró a la prensa que ese martes negro, se les reventó una llanta del auto, sus despertadores no sonaron, perdieron el autobús, perdieron el tren, etc... etc... y llegaron tarde al trabajo... ¡y se salvaron!...
Después de que los dos aviones cumplieron su macabro objetivo, Dios estaba sosteniendo, con sus dos manos, las torres de 110 pisos cada una, para que miles de personas tuvieran tiempo de escapar.
Y cuando finalmente, ya no pudo con el tremendo peso de las paredes de cemento y vigas de acero, las torres colapsaron, y colapsaron hacia abajo y no a los costados. Esto también fue un milagro, porque si las torres hubieran caído de costado, habrían arrasado con más de 20 cuadras a la redonda y miles más hubieran muerto....
Y cuando las torres se derrumbaron... Dios abrió los brazos y recogió a 6,000 de sus hijos y los llevó con Él al cielo, repitiéndoles una y mil veces, hasta el cansancio, que "lo peor ya pasó; ahora están conmigo, no sufran, porque a mi lado gozarán de vida eterna".
Una vez que Dios llegó a las puertas del cielo, allí depositó las 6,000 almas que recogió y luego caminó y se sentó sobre una piedra; se cubrió la cara con las manos y lloró... Sí, Dios lloró... lloró por el alma de 19 de sus hijos que no pudo salvar y que se perdieron para siempre en el infierno, por haber vivido con tanto odio en sus corazones.Y esto no fue todo...
Dios bajó de nuevo a la tierra para dar consuelo y resignación a cada una de las viudas que perdieron a sus esposos, a los maridos que perdieron a sus esposas, a los hijos que perdieron a sus padres y a los padres que perdieron a sus hijos, y se quedo en la casa de cada una de las personas que fueron afectadas por esta tragedia, brindándoles fuerza y valor para seguir adelante con sus vidas.
Y mi Dios seguirá siempre con todos nosotros. Él es la fuerza, el motor, el pilar de nuestras vidas; Él nunca nos abandona en los momentos difíciles.Así que, si alguien te pregunta "¿...y dondé estaba Dios el 11 de septiembre del 2001?", diles con mucho orgullo y certeza que...

DIOS ESTABA POR TODOS LADOS.

Talvez no creá mucho en Dios, pero los milagros existen...

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Entre lineas

El hombre es un genio cuando sueña.

Akira Kurosawa (1910-1998), cineasta japonés.

¿Sabias que... la depresión se convertirá en la principal causa de discapacidad?


La depresión se convertirá en el año 2020 en la principal causa de discapacidad en el mundo, sólo por detrás de las enfermedades cardiovasculares, según previsiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para sensibilizar a la población, a los médicos y a las autoridades sanitarias, la Asociación Europea de la Depresión organizó una convención de esta enfermedad, bajo el lema «Dejar de verlo todo negro es posible».

Uno de cada seis europeos padecerá una depresión a lo largo de su vida, aunque todavía hay un porcentaje muy alto de afectados que no llegan a ser diagnosticados ni tratados. La depresión es más frecuente en las mujeres y suele presentarse entre los 20 y los 50 años.

domingo, 16 de septiembre de 2007

10 formas de escribir anuncios más efectivos (publicidad)


Si tienes algún negocio seguramente te has preguntado alguna vez ¿cómo hacer que tu publicidad sea lo más eficaz posible? la respuesta a esto es probar, seguir probando y probar más. Pero siempre es bueno empezar con alguna base, para no perder tiempo probando y gastar dinero en campañas costosas, estas son algunas formas de escribir anuncios para tu negocio y hacerlos más efectivos.

  1. Enfócate en tus clientes no en tí.
  2. Enfatiza los beneficios, no las características.
  3. Resalta lo que el cliente quiere.
  4. Incorpora credibilidad y pruébalo.
  5. Te un sólo propósito de venta.
  6. El encabezado es tán poderoso cómo importante.
  7. Di menos y vende más (un anuncio corto es mejor).
  8. Escribe para ser leido (haz de tu escritura fácil de leer y entender).
  9. Usa la estructura de AIDA (Atención, Interés, Deseo, Acción).
  10. Utiliza la venta de liquidación para aumentar la urgencia.

viernes, 14 de septiembre de 2007

hay botellas de tequila por solo 176.000 euros?

Una botella de tequila ha sido vendida por 225.000 dólares (176.000 €) a un coleccionista de Estados Unidos. Con esta venta desorbitada ha logrado ponerse esta bebida como la más cara en el libro Guinness de los Records.

Esa gran suma de dinero no viene por la bebida en si, si no, en las botellas, ya que son de oro, plata y platino. La empresa productora de estas joyas es Tequila Ley 925.

Te tengo prendado...


En mis pensamientos. En mi corazon. En mi alma. A cada minuto, en cada instante ...
Los dias pasan corriendo esperando el mañana, quizas, mis ojos al abrirse tengan la suerte de ver tu figura plantada frente a la mia ...
Te tengo prendado de mi piel, de mi alma ...
Mi corazon no aguanta mas, pero no morira sino que al contrario, vivira para contar una bella historia de amor entre tu y yo...
Siento que la vida con sus alzas y sus bajas, en un intento por hacerme sentir que estoy vivo, te pone en mi camino ...
Y yo, en un intento de no dejarte pasar desapercibido me sentare a contar los minutos y a esperarte ...
Te quiero, te quiero mucho. Te regalo estas flores, espero que te gusten y te dedico estas lineas donde expreso una pequeña parte de mi sentir.
Ahora que puedo decir que vivo prendado de ti...

No oyes ladrar a los perros


No oyes ladrar a los perros(El Llano en llamas, 1953)


Juan Rulfo(México, 1918-1986)


—Tú que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal de algo o si ves alguna luz en alguna parte.

—No se ve nada.

—Ya debemos estar cerca.

—Sí, pero no se oye nada.

—Mira bien.

—No se ve nada.

—Pobre de ti, Ignacio.

La sombra larga y negra de los hombres siguió moviéndose de arriba abajo, trepándose a las piedras, disminuyendo y creciendo según avanzaba por la orilla del arroyo. Era una sola sombra, tambaleante.

La luna venía saliendo de la tierra, como una llamarada redonda.

—Ya debemos estar llegando a ese pueblo, Ignacio. Tú que llevas las orejas de fuera, fíjate a ver si no oyes ladrar los perros. Acuérdate que nos dijeron que Tonaya estaba detrasito del monte. Y desde qué horas que hemos dejado el monte. Acuérdate, Ignacio.

—Sí, pero no veo rastro de nada.

—Me estoy cansando.

—Bájame.

El viejo se fue reculando hasta encontrarse con el paredón y se recargó allí, sin soltar la carga de sus hombros. Aunque se le doblaban las piernas, no quería sentarse, porque después no hubiera podido levantar el cuerpo de su hijo, al que allá atrás, horas antes, le habían ayudado a echárselo a la espalda. Y así lo había traído desde entonces.

—¿Cómo te sientes?

—Mal.

Hablaba poco. Cada vez menos. En ratos parecía dormir. En ratos parecía tener frío. Temblaba. Sabía cuándo le agarraba a su hijo el temblor por las sacudidas que le daba, y porque los pies se le encajaban en los ijares como espuelas. Luego las manos del hijo, que traía trabadas en su pescuezo, le zarandeaban la cabeza como si fuera una sonaja. Él apretaba los dientes para no morderse la lengua y cuando acababa aquello le preguntaba:

—¿Te duele mucho?

—Algo —contestaba él.

Primero le había dicho: "Apéame aquí... Déjame aquí... Vete tú solo. Yo te alcanzaré mañana o en cuanto me reponga un poco." Se lo había dicho como cincuenta veces. Ahora ni siquiera eso decía. Allí estaba la luna. Enfrente de ellos. Una luna grande y colorada que les llenaba de luz los ojos y que estiraba y oscurecía más su sombra sobre la tierra.

—No veo ya por dónde voy

—decía él.

Pero nadie le contestaba.

El otro iba allá arriba, todo iluminado por la luna, con su cara descolorida, sin sangre, reflejando una luz opaca. Y él acá abajo. —¿Me oíste, Ignacio? Te digo que no veo bien.

Y el otro se quedaba callado.

Siguió caminando, a tropezones. Encogía el cuerpo y luego se enderezaba para volver a tropezar de nuevo.

—Este no es ningún camino. Nos dijeron que detrás del cerro estaba Tonaya. Ya hemos pasado el cerro. Y Tonaya no se ve, ni se oye ningún ruido que nos diga que está cerca. ¿Por qué no quieres decirme qué ves, tú que vas allá arriba, Ignacio?

—Bájame, padre.

—¿Te sientes mal?

—Sí

—Te llevaré a Tonaya a como dé lugar. Allí encontraré quien te cuide. Dicen que allí hay un doctor. Yo te llevaré con él. Te he traído cargando desde hace horas y no te dejaré tirado aquí para que acaben contigo quienes sean. Se tambaleó un poco. Dio dos o tres pasos de lado y volvió a enderezarse.

—Te llevaré a Tonaya.

—Bájame.

Su voz se hizo quedita, apenas murmurada:

—Quiero acostarme un rato. —Duérmete allí arriba. Al cabo te llevo bien agarrado. La luna iba subiendo, casi azul, sobre un cielo claro. La cara del viejo, mojada en sudor, se llenó de luz. Escondió los ojos para no mirar de frente, ya que no podía agachar la cabeza agarrotada entre las manos de su hijo.

—Todo esto que hago, no lo hago por usted. Lo hago por su difunta madre. Porque usted fue su hijo. Por eso lo hago. Ella me reconvendría si yo lo hubiera dejado tirado allí, donde lo encontré, y no lo hubiera recogido para llevarlo a que lo curen, como estoy haciéndolo. Es ella la que me da ánimos, no usted. Comenzando porque a usted no le debo más que puras dificultades, puras mortificaciones, puras vergüenzas.

Sudaba al hablar. Pero el viento de la noche le secaba el sudor. Y sobre el sudor seco, volvía a sudar.

—Me derrengaré, pero llegaré con usted a Tonaya, para que le alivien esas heridas que le han hecho. Y estoy seguro de que, en cuanto se sienta usted bien, volverá a sus malos pasos. Eso ya no me importa. Con tal que se vaya lejos, donde yo no vuelva a saber de usted. Con tal de eso... Porque para mí usted ya no es mi hijo. He maldecido la sangre que usted tiene de mí. La parte que a mí me tocaba la he maldecido. He dicho: “¡Que se le pudra en los riñones la sangre que yo le di!” Lo dije desde que supe que usted andaba trajinando por los caminos, viviendo del robo y matando gente... Y gente buena. Y si no, allí esta mi compadre Tranquilino. El que lo bautizó a usted. El que le dio su nombre. A él también le tocó la mala suerte de encontrarse con usted. Desde entonces dije: “Ese no puede ser mi hijo.”

—Mira a ver si ya ves algo. O si oyes algo. Tú que puedes hacerlo desde allá arriba, porque yo me siento sordo.

—No veo nada.

—Peor para ti, Ignacio.

—Tengo sed.

—¡Aguántate! Ya debemos estar cerca. Lo que pasa es que ya es muy noche y han de haber apagado la luz en el pueblo. Pero al menos debías de oír si ladran los perros. Haz por oír.

—Dame agua.

—Aquí no hay agua. No hay más que piedras. Aguántate. Y aunque la hubiera, no te bajaría a tomar agua. Nadie me ayudaría a subirte otra vez y yo solo no puedo.

—Tengo mucha sed y mucho sueño.

—Me acuerdo cuando naciste. Así eras entonces.

Despertabas con hambre y comías para volver a dormirte. Y tu madre te daba agua, porque ya te habías acabado la leche de ella. No tenías llenadero. Y eras muy rabioso. Nunca pensé que con el tiempo se te fuera a subir aquella rabia a la cabeza... Pero así fue. Tu madre, que descanse en paz, quería que te criaras fuerte. Creía que cuando tú crecieras irías a ser su sostén. No te tuvo más que a ti. El otro hijo que iba a tener la mató. Y tú la hubieras matado otra vez si ella estuviera viva a estas alturas.

Sintió que el hombre aquel que llevaba sobre sus hombros dejó de apretar las rodillas y comenzó a soltar los pies, balanceándolo de un lado para otro. Y le pareció que la cabeza; allá arriba, se sacudía como si sollozara.

Sobre su cabello sintió que caían gruesas gotas, como de lágrimas.

—¿Lloras, Ignacio? Lo hace llorar a usted el recuerdo de su madre, ¿verdad? Pero nunca hizo usted nada por ella. Nos pagó siempre mal. Parece que en lugar de cariño, le hubiéramos retacado el cuerpo de maldad. ¿Y ya ve? Ahora lo han herido. ¿Qué pasó con sus amigos? Los mataron a todos. Pero ellos no tenían a nadie. Ellos bien hubieran podido decir: “No tenemos a quién darle nuestra lástima”. ¿Pero usted, Ignacio?

Allí estaba ya el pueblo. Vio brillar los tejados bajo la luz de la luna. Tuvo la impresión de que lo aplastaba el peso de su hijo al sentir que las corvas se le doblaban en el último esfuerzo. Al llegar al primer tejaván, se recostó sobre el pretil de la acera y soltó el cuerpo, flojo, como si lo hubieran descoyuntado.

Destrabó difícilmente los dedos con que su hijo había venido sosteniéndose de su cuello y, al quedar libre, oyó cómo por todas partes ladraban los perros.

—¿Y tú no los oías, Ignacio? —dijo—. No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Entre lineas

El tiempo pasa y no de largo. Y hay quien no se entera que somos los mismo envuentos en novedad...

Bosé (1956)

martes, 11 de septiembre de 2007

Para la posteridad 9/11

Los muertos son los únicos que ven el final de la guerra.


Platón (427 a.C.-347 a.C.), filósofo griego.
Esto con motivo del 6° año del 9/11. Y por que sé que sigue golpeando el corazón de muchas personas al rededor del mundo.